Thursday, November 02, 2006

Chorros de Humo

Quisiera morir escuchando… “No woman no cry”, con una pistola en la mano y veintitrés chelas.

Fue la mañana del martes, cuando el frió ya llegaba y se sentía en los dedos. El día siguió turbio, había fumado hierba durante más de dos horas, en intervalos de 25 minutos cada Joint. Para ese día, se le había olvidado la hora, el dinero, su nombre, su trabajo, se había olvidado de ser humano. Con la voz temblorosa y la sangre contaminada despertó como de un sublime arrullo, despertó mamando el seno, como si entre las nubes el semen se condensará y cayera entre sus dientes. Estaba simplemente de la chingada y con ganas de acabarse todas las lágrimas del mundo. De entre sus recuerdos matutinos tomó el más recóndito, aquél que había dejado en su adolescencia y que no le dejaba dormir algunas noches; Era su abuela, la mujer que le cuidó y lo protegió de noches sin luna y de los caparazones blandos que rodeaban por ahí. Soltando la primera lágrima que limpiaba su rostro sucio y enfermo, bajó hacia la cocina, tomó el posillo calentó agua y vació el café; un café con aroma de dioses y sabor a mierda, un vapor abrumador calentándose en una estufa coja.

Regresó al cuarto por unos cuantos cigarros rojos, tres o cinco daba igual. Ya no le eran suficientes ni pocos; Y cuando uno llega al punto de valerle madres todo, escoges lo primero, el primer impulso quiero decir. Prendió el fuego de nuevo, tiró de la nicotina cual sorbo ansioso. El café ya derramaba su furia entre las parrillas matando a unas cuantas cucarachas, quizá había espantado a una rata. La fusión del café le fue insignificante tras las cincuenta rarezas que ahí mismo había cocinado y derramado. Pasaban de las doce y media, cinco para las cuatro y no se había movido de la silla del comedor sorbiendo dos litros de cafeína y tres kilos de nicotina, morfina, ácido, coca. Tal vez ya no respire ni tenga tiempo de girar el gatillo. Los sintéticos quitan la vida, una sobredosis múltiple y una desesperación que cargaba entre las manos. Un fume de toda la vida, como un gran cigarro q nunca se acabará. Su abuela había muerto hace 20 años, él tiene la suficiente edad como para vivir solo y sin casarse. Mamó el seno hace mucho tiempo, único recuerdo de su infancia. Probó el semen a los diecisiete, único rastro sexual en su vida. Aprendió a fumar hace un año, muestra de su increíble afición para mantenerse drogado y olvidar, ser olvidado.

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