Wednesday, July 23, 2008

Buen día, Carola

Quisiera, entre otras muchas cosas, meter la etiqueta que sale de tu camiseta. Sólo para empezar. Tal vez me golpearías, qué me importa. Y tu madre, que va siempre a tu lado gritaría cualquier pendejada. Mi madre duerme mientras la tuya grita. Tienes el cabello mal cortado y eso me encanta. Quedo sorprendido ante el movimiento gracioso de tus caderas. Vaya mierda no tenerte a mi lado, justo aquí Carola. Quiero estar en todas las partes de tu cuerpo. Olerte todo el tiempo, dejar de fingir que no te veo ni te sueño. Aunque algunas noches prefiero no desearte tanto como hoy. Carola, ¿serás mía alguna vez? ¿Estarás aquí cuando lo necesite? ¿Serás la chica que soñé? Ayer caminé detrás de ti y cuando doblaste en la esquina pensé en lo de la etiqueta, admito que también imaginé besar tu cuello. Imaginé a tu madre atada a un poste mientras escapábamos hacia otra ciudad, mientras te besaba y tus bragas remendadas caían. Quiero rodearte con mis brazos e imaginar que estaremos así toda la vida. Vamos Carola, sacas mi lado cursi que tanto detesto. Soy patético cuando me pongo cursi. Déjame meter la etiqueta de tu pantaleta y después olerla, olerte Carola.
Quiero tomar tus manos y chupar tus dedos. Meter la punta de mi nariz en tu obligo y soplar en tu estómago. Hoy recordé la primera vez que nos vimos a los ojos. No dejábamos de hacerlo. La segunda vez yo temblaba sin embargo te saludé a lo lejos. Me respondiste con movimiento rápido y eufórico. Ello indicaba que al menos te acordabas de mí. Queríamos estar juntos. Fui hacia tu lugar cuando de repente una mujer, alta con pestañas postizas y cabello teñido, se acercó a ti antes que yo y partiste con ella. Tuve que disimular. Disimular los deseos y mirar hacia abajo. Maldije a tu madre, lo acepto. Pero no sabía que se trataba de tu madre, Carola. Parece que tú tampoco la soportas más. Cuando tu madre habla, tú solo mueves la boca. Como si masticaras un disgusto. Y miras a todos lados excepto a ella. Y qué extraño, de todos tus movimientos, el de la boca, es el que más adoro.
Cuando llegué al departamento, lo primero que vi al mirar por la ventana fueron tus pantaletas y brasieres. Algunos todavía goteaban y mojaban la azotea. Y después te vi a ti, tratando de quitar una mancha difícil en una calceta blanca. Tus brazos eran lindos y se movían rápidamente. El jabón hacia burbujas entre tus dedos. Dedos delgados y arrugados por el agua. Comenzaste a bailar graciosamente. Comprendí que estaba en el lugar perfecto y que mi cuerpo estaba apunto de estallar.
Los espejos están opacos. El vapor de la ducha intenta escapar por las ranuras de la puerta. Las cucarachas se esconden en el grifo y las más pequeñas y glotonas flotan en el tazón con leche. Mililitros de leche, los que no pude tomar, los que olvide lavar después de comer cereal. Me baño y miro la regadera. Ahí está tu carita, sonriéndome. Aunque ya no me gusta que las situaciones se den tan rápido, realmente quiero que estés a mi lado ahora. Que tus calcetas estén por todo el cuarto. Arriba de mi computadora o dentro del refrigerador.
Sigo pensando en ti Carola. Imagínate, diversión y abrazos. Con nosotros vivirán diez perros con historial callejero. Sus narices húmedas olerán tus rodillas pero yo seré el único que podrá morderlas. Le ladrarán a tu madre cuando nos visite.
Estoy sentado en el colchón gris. Hace muchos años que duermo en él. Si estuvieras aquí seguramente te gustaría. Y si no, podríamos comprar otro. Sentado enfrente del televisor apagado y leyendo los anuncios publicitarios de hace tres días en un periódico. Recuerdo tus piernas y siento el estómago vacío. Tus manos pequeñas, tu risa infantil, tu caminar de pingüino, tus ojos hermosos. Y tu nombre. No sé cuál es tu nombre. Yo te he bautizado con éste. Se a ere o ele a. A veces escucho que tu madre te grita Caro. Preferí llamarte Carola a Carolina. Incluso pude haber escuchado mal y en realidad es Corina, Carol o Charo. Hoy es domingo y tengo que trabajar diez horas frente a la computadora. Pero mañana cuando partas hacia la escuela, te esperaré en la esquina donde tomas el autobús y tu madre te despide. Te seguiré como un perro, deseando meter la etiqueta de tu suéter verde, subir tus calcetas, olfatear, olfatearte. Mañana fingiré mi ansiedad para que no huyas de mí. Al fin sabré tu nombre. Buen día Carola, Carolina o como te llames.



3 comments:

Unknown said...

que precioso escrito...

mete la mano aquí, carola... ya no será macorina... jejejeje


un saludo...

me recomendaron este blog y es cierto... saludos.

Srita. Revuelta said...

Me has obsesionado con Carola, anda ya describela más!

Chepe said...

hermoso
carola bella carola
:) te amo nena