Thursday, May 22, 2008

ENCIAS MORADAS

La saliva espesa y pocos dientes. La cavidad blanda y hedionda, el comienzo de un tobogán pegajoso. Un esófago que se une con grapas al estómago irritado. El bolo alimenticio que perturba los intestinos agujerados. La piel como una gran sonrisa de abuela, lenta y arrugada. Así es T-rex, mi perro, el que me ladraba cuando quería probar de mi bistec, orinar o salir a pasear en auto. Ahora es viejo y torpe. Sin caducidad alguna, sin remedio, sin pronto aviso, de la nada. Así llegó a mi puerta, en los brazos de Lorena, hace más de diez años, poco menos que un chasquido. Ella apareció pidiéndome asilo por varias semanas, yo no me negué. Es decir, no balbuceé ante una chica castaña con medias rosas y pelo rizado. La piel tostada me obligó a darle un cuarto, baño propio y una taza de café. A los cuatro meses estábamos casados y nos mudamos más cerca del centro y más lejos de la comida fría, T-rex iba creciendo y necesitaba un jardín, conseguimos una casa con dos árboles, por fortuna, no había flores. Lorena aún no aprendía a cocinar, en algunas ocasiones comíamos directamente de las latas. Cuando ella se decidía a sacar el sartén y preparar algo, todo se reducía a lanzarle chuletas quemadas a T-rex. La carne rosada y jugosa, sólo ella conoce lo crocante de mi cráneo. En la oficina yo pasaba ocho horas frente a la computadora y cuatro más frente al televisor. Comencé a salir menos porque quería estar a su lado todo el tiempo, como una chinche. Lorena se divertía en la casa, con juegos de mesa, de video, matando arañas y bañando al perro. Al principio fue difícil decir que no tenía tiempo, que tenía un compromiso que no molestaran con sus juegos de póker y bautizos. Después fue más sencillo: las invitaciones cesaron. Así cesó mi vida matrimonial. Sólo T-rex se quedó conmigo, por instinto animal, sabe que lo cuidaré por el resto de sus días. Ese perruno abuelo distingue el olor de la muerte y de los calcetines agrios, sabe quién es bueno y quién se ha robado mi correspondencia. A pesar de eso, él sólo resopla. Un bulldog viejo, gordo y café que sabe morir. Llegó en los brazos de Lorena, envuelto en una manta azul, lo recuerdo bien. Hace varios años, en tiempos de lluvia, terminaba dormido debajo de la cama, resoplando la pelusa, soñando con cartílagos jugosos, espinas dorsales y huesos esponjosos.
Sucedió un miércoles, después de la oficina, Lorena escribió con plumón negro sobre un ticket arrugado.

LAS SALCHICHAS ESTÁN FRÍAS, NO HAY GAS, T-REX NECESITA CORTE DE UÑAS. MIS ÚLTIMAS RECOMENDACIONES.

Y dos centímetros más abajo

ME LARGO, ME ABURRES.

No sé mi condición marital, Lorena me ha abandonado, no sé si tenga algún plan para joderme la vida o quedarse con el dinero. Al principio no creí nada, Lorena jugaba con esas situaciones todo el tiempo, como la vez en que me envió un sándwich de atún caducado y sardinas rancias. Le agrada jugar a las mentiras retacadas de bilé. ¡Uno, dos, tres, ahora no me ves! Decía ella, Yo no sé cómo puedo estar contigo, repetía. Y yo me repito, no debo confiar en las mujeres con medias rosas que menean su curioso trasero frente a la barra. Ella podría conquistarme de nuevo, pero no volvería casarme. Puede estar al otro lado de la pared o debajo de los neumáticos, escondida en la cajuela o trepando el techo. Terminemos con esto. Como Lorena hacia bromas estúpidas de vez en cuando, yo creía que esa nota no era más que eso. Lo seguí creyendo ciegamente al tercer día. A la semana pensaba en qué le diría cuando volviera, que su broma había sido estupenda que sí me la había creído y posiblemente preguntaría ¿cómo está tu mamá? Pasaron dos semanas y empecé a buscarla. Al mes me di por vencido. A los dos meses me envió una postal horrenda. En ella sólo decía: ¿TE ARDE? De inmediato vi a T-rex y con una voz grave le dije: seguro es para ti. T-rex., sólo resopló. Me recosté en nuestro sillón rojo y cuando escribo nuestro me refiero a T-rex y a mí. Fumé, tomé jugo de arándano, saqué la basura, oriné, leí y le quité algunas malas pulgas al buen T-rex.
¿Qué si me arde? Vamos nena, aquí el calor no existe, no puedo exaltarme con esa tinta verde fluorescente. Tu letra tan vulgar, no hace efecto en mis pupilas de acero. Gracias por avisarme: estoy de maravilla, el sol es exquisito y es una pena que no estés conmigo, por cierto, me llevé el efectivo del cochinito pero te mando esta horrenda postal. ¿Qué si me arde? Supongo que a ti te arde más la cara y la espalda por aquello del solecito. Eso era lo que pensaba mientras la bazofia se evaporaba y la gotera gritaba ¡Plic! ¡Plac! .Recostado en el gran sillón rojo que sólo pertenecía a T-rex y a mí. Matando cucarachas y remojando las galletas en mi vaso de leche. Después de la llegada de la postal, me dediqué a contemplarla por lo menos dos horas en la mañana (antes de partir a la oficina) y tres en la noche (después de lavarme los dientes), no era tan horrenda después de todo. Barata, claro. Me alegra que Lorena no gaste mis ahorros en postales caras, prefiero que se compre algunos martinis o un lindo pareo. ¿Quién se casa para después largarse? Sólo Lorena, la mujer multifacética, la increíble puta que ha abandonado al buen T-rex. La que se ha largado con mi pijama y ha comido de mi plato. Ella insistió en casarnos, a mí me parecía apresurado y de mal gusto. T-rex fue testigo de los ocho años de un matrimonio perfecto, porque cuando el salario es perfecto, todo está de maravilla. Soy un parásito vencido. Una gelatina que no ha cuajado. La llamo puta porque para ella no es una ofensa, es apenas un rasguño para su integridad. La puta feliz, la que ha desfalcado mi alcancía y algunos cheques. De cariño, porque para Lorena esto es un nivel básico. Lo hará una y otra vez y yo, como T-rex, estaré ahí cuando llegué, un poco más viejo y desaliñando, pero ella llegará y me despertará en medio de mi resaca, al lado de la baba espesa y olorosa, junto a veinte colillas, debajo de la mesita de centro, con la postal entre mis manos frías. Mi camiseta tendrá un olor levemente ácido, T-rex resoplará, lo hará una y otra vez por el resto de sus días. Sólo Lorena conoce las mentiras caliginosas y las buenas noticias. Nos conocimos porque frecuentábamos los mismos lugares, ella me sonrió y yo saludé cortésmente, a la semana siguiente ya éramos amigos. Y cuando llegó a mi casa—con T-rex en brazos— pensé, Ahora te toca a ti, es decir, esconderla de un tipo, de la ley, de sus relaciones pasadas y disfrutar de las noches a solas. Me había contado de sus aventuras anteriores, es una mitómana. Ahora puedo reconocer a una con tan solo ver sus labios, sin embargo aquella vez su labio superior reflejaban una sinceridad instantánea. Años más tardé me di cuenta que le diría lo mismo a otro, luego a otro tipo más enclenque e incluso aun cadáver. Pero yo me casé con ella. Me casé con sus clientes y su mala vida. Me casé con T-rex y ella sólo se casó con mi chequera. Estoy seguro que volverá con un recuerdo barato, una playera estampada o un bolígrafo de tinta negra.


Hoy Tomé una postal vieja y escribí.

NO TRAIGAS ARENA NI QUEMADURAS. OLVIDA TUS SANDALIAS EN EL HOTEL, LLÁMAME CUANDO ESTEMOS BIEN. NO REGRESES HOY.
Y tres centímetro abajo

OH MI PEQUEÑA ARRABALERA

Lengüeteé el timbre postal mientras T-rex tomaba agua del escusado. No llegará nunca al destinatario porque la dirección no existe. Pero, qué puedo hacer con esta maldita ansiedad de volverla a ver y contarle que T-rex cada día está más triste. El humo ataca mi sistema nervioso, la taquicardia comienza y en menos de un chasquido estoy frente a la estufa, hirviendo huesos para T-rex, asando cebollas para mí, pulverizando mi amarga situación marital. Es cuestión de tiempo y jueces. Retacaré su boca de gomitas azucaradas. Es lo que se merece. Una tráquea fresca y palpitante. Un resoplido me despertará. Será T-rex pidiéndome que los huesos esponjosos sean más blandos porque tiene dos dientes menos. Las encías sangran, no soportamos la idea de no estar juntos, tenemos las encías moradas. T-rex y yo.

1 comment:

my name is bubblegum said...

yo también tengo un perro viejo que a veces se parece ami
lleva una semana enfermo (tiene pus en el trasero) pero se pondra bien.