Monday, June 16, 2008

La langosta Cecilia


La señora Castilla horneaba panqués. Su esposo no tardaría en llegar. Ella era impecable en todo. Su casa era impecable, su historial era impecable. Sólo el drenaje estaría apunto de averiarse. La mesa estaba puesta para la cena, los cubiertos brillaban, los dientes de la Sra. Castilla rechinaban de limpios, el suelo reflejaba su felicidad. La casa olía a frutas, a panqué de plátano y brisa tropical. ¡Magnífico!
Mariano está en el jardín recién podado. Las cochinillas duermen bajo las rocas, las lombrices se asean, las hormigas comen las migajas del delicioso panqué de la noche anterior. La langosta inflable avanza lentamente dentro de la piscina, el viento suave la lleva a la orilla, Mariano la ve. Él tiene cinco años. La langosta es de un naranja brillante. El costado señala SUPERVISION DE UN ADULTO, MADE IN HONG KONG, las demás letras se han borrado. Mariano lleva los zapatos cafés, el suéter a rayas y pantalón corto. Sus manos están manchadas de tierra porque ha buscado chicatanas desde la mañana. Su madre lo regañó, lo metió a bañar, y ahora busca de nuevo. Mariano es un excelente explorador de bichos.
La langosta tiene una gran sonrisa roja. Los grandes ojos de la langosta tienen grandes pestañas. Mariano no puede resistirse a jugar con ella. Recuerda las carcajadas y lo divertido que era jugar con aquel inflable. Pero ¿no se había rota ya? ¿Acaso mamá no lo había desechado? Él estaba ahí cuando el camión de la basura se llevaba a la langosta Cecilia, él vio cómo sus tenazas se asomaban por encima de las bolsas negras. ¿Acaso la langosta Cecilia había regresado? Mariano no se resistió ante la emoción y mientras su corta mano derecha trata de estirarse un poco más para llegar a la gran langosta naranja, su otra mano resbala, sus pies se mojan, su suéter a rayas queda empapado. No se escucha ni un chapuzón. La Sra.Castilla está preocupada porque un plato no rechina. Nadie escuchó nada, pero alguien lo vio. La langosta flota boca abajo, ahora se observan advertencias ilegibles. Ahora, la langosta Cecilia tiene una gran cara triste. Se llamaba Cecilia, como la madre de Marianito.

1 comment:

G Santos said...

¡Ay mi Cois! Me encanta ese relato.



¡Vámonos a vivir en probreza extrema!


¡Besitos!